9 de noviembre de 2016

Jardín El Fénix

 
(Versión actualizada en 2022 de la publicación del día 9 de noviembre de 2016Foto:
Letrero en el piso con el nombre de la empresa (08-10-2014)
En la Avenida Salvador Allende, a la que todos le seguimos diciendo Carlos III, existe un edificio que aún hoy en día llama bastante la atención, sobre todo por los colores con que desde hace bastante tiempo le han venido pintando la fachada. Se trata de un edificio con un frente que presenta un muy marcado estilo Art Deco, y en el que ahora mismo funciona una panadería. Seguramente usted lo ha visto. Pero lo que seguro no ha podido ver es el letrero que hay tras sus ventanales y mostrador, donde aún subsiste el nombre que aparece en la imagen inicial.

Pues sepa usted que en ese lugar alguna vez estuvo una de las más famosas floristerías de La Habana: El Jardín El Fénix.

Según el libro Las Empresas de Cuba, 1958, de Guillermo Jiménez Soler, El Fénix era la florería más antigua de La Habana, que según sus anuncios comerciales fue fundada en 1830. Ya en 1890 se inscribía bajo la razón social de Carballo y Martín, siendo su propietario principal Antonio Martín Martín. Según datos recopilados siempre hubo un Martín al frente de la empresa hasta su nacionalización, siendo sus propietarios en 1959 Hilda y Antonio Martín.

Anuncio en la Guía Telefónica (1959) - Sección "Jardines"
El Jardín El Fénix, por su ubicación, fue muy famoso en La Habana desde finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX. En esos años el lugar era magnífico para este tipo de negocio pues el Paseo de Carlos III era la ruta principal por la cual los habitantes de la ciudad llegaban al Cementerio de Colón, por lo que aprovechaban para comprar flores. Este establecimiento además tenía a la venta adornos florales: jarras, bouquet, ramos, coronas, etc. También en sus predios en algún momento de su historia, se creó una escuela de floricultura, que fuera apadrinada por ese hombre de selecto gusto nombrado Germán Pinelli.

El Jardín El Fénix fue uno de los invitados a la Exposición Nacional de Agricultura, Industria, Arte y Labores de la Mujer, celebrada en los predios de la Quinta de los Molinos entre el 28 de enero y el 24 de febrero de 1911. Erróneamente se ha considerado una de las fotos de dicha exposición, donde se puede apreciar un edificio que semeja un palacete renacentista, con una cúpula compitiendo en altura con nuestras cubanísimas palmas reales, como la antigua sede de la florería, pues el nombre de la misma se puede ver en la imagen junto a la construcción. En realidad bajo la cúpula de dicho edificio, estaba escrito MUNICIPIO DE LA HABANA, ya que esta era la entrada a la parte expositiva de los comercios de la capital. La muestra del Jardín El Fénix se ubicaba justo al lado y de ahí el error que por años se ha divulgado sobre el edificio en las redes, adjudicándolo como la antigua sede de la floristería, cuando en realidad no lo era.

Foto:
Exposición de 1911: Edificio de La Habana y Jardín El Fénix
El edificio actual, con su frente Art Deco lleno de adornos con motivos florales y de naturaleza, se inauguró en 1937, y fue construido por el Arquitecto Luis V. Betancourt. No existen evidencias gráficas del edificio que antecedió al actual y al que sus propietarios decidieron renovar su arquitectura con el revolucionario estilo moderno que ya se estaba adueñando de esta cuidad, y que aún hoy en día hace que nuestra Habana sea considerada como un tesoro Art Deco.
 
El piso donde está el letrero con el nombre del establecimiento es de terrazo, por supuesto, color crema, con las letras formadas por teselas de color negro que crean el nombre en una caligrafía continua, con florituras en las letras capitales. Un poco más hacia dentro del local también se puede apreciar otro diseño en forma de triángulo equilátero, realizado con terrazo verde, que enmarca un bello trabajo ejecutado con teselas de varios colores, que forman un ave fénix renaciendo en medio de las llamas de sus propias cenizas. Aquí vuelve a aparecer el nombre de la empresa, como para remarcar su importancia.

Logotipo en el piso con imagen de un Ave Fénix (08-10-2014)
Aunque no se observa ninguna firma que lo indique, casi se puede asegurar que un trabajo tan exquisito fue confeccionado por la empresa de Luis Mion, quienes solían combinar magistralmente las teselas con el terrazo integral, en pisos que se han convertido en obras de arte. 
 
Como ya se ha mencionado, en la actualidad en el local que ocupara el Jardín El Fénix, se encuentra el establecimiento N°-221 de la Empresa Cubana del Pan. Al parecer un día ya lejano en el tiempo, alguien llegó a la conclusión de que el jardín ya no era necesario o no cumplía con los planes económicos; sus trabajadores fueron reubicados y la instalación pasó a ser primero una sodería (frozzen) y luego una cafetería que solo vendía refrescos, hasta devenir en su función actual. Quien tomó la decisión de cerrar este jardín, arrasó de un plumazo con una obra patrimonial del municipio Centro Habana, que además formó parte de una de las historias románticas más famosas de nuestro país.

Sí porque, según cuenta la leyenda, fueron los floristas del Jardín El Fénix los que crearon la rosa nombrada Catalina Lasa, a pedido de su esposo el acaudalado Juan Pedro Baró. La Rosa Catalina Lasa, es una flor de pétalos anchos, bordes puntiagudos, fina textura y color amarillento, lograda de un injerto fruto del cruce de una variedad húngara con otra cubana. El resultado fue una flor amarilla con tonos rosados que se convertiría en emblema del amor de estos dos cubanos, que protagonizaron una historia como la de Romeo y Julieta, en nuestra capital.

La leyenda de la creación de esta flor nos muestra la importancia del Jardín El Fénix, que según su propaganda comercial incluso enviaba pedidos a cualquier parte del mundo; aunque la escritora cubana Gina Picart ha logrado encontrar testimonios que refutan la leyenda tras la Rosa Catalina Lasa.

Edificio del Jardín El Fénix en la actualidad (19-08-2016)
Lo que sí no es una leyenda es el vínculo que tiene esta antigua florería con una de las tumbas más peculiares del Cementerio de Colón: La Tumba del Dominó.

En dicho sepulcro fue enterrada la señora Juana Martín de Martín, quien fuera la propietaria del Jardín El Fénix en el momento de su fallecimiento. Juana, quien fue una apasionada por el juego de domino, se ganó un sitio de honor dentro de las curiosidades de la Necrópolis habanera, al estar su lápida coronada con la ficha del doble tres, y la data con la secuencia en que se encontraba el juego en el momento fatal, inscripta en un costado junto a los nombres de sus hijos. Al no poder colocar la ficha con la que se pegaba, Juana Martín sufrió un infarto que le provocó la muerte el 12 de marzo de 1925. Para asombro de todos los congregados, conservaba aún después de muerta la ficha apretada en su mano.

Sus hijos decidieron dejarle un recuerdo esculpido en mármol blanco de manera simbólica que habla por sí mismo. No se tiene conocimiento de otra tumba en el mundo, que presente esta peculiaridad, donde un juego tan popular como el dominó haya sido perpetuado. Y si tomamos en cuenta que esta curiosidad se encuentra justo al lado de la tumba de Hubert de Blank —ambas familias compartían la parcela adquirida en 1909—, la Tumba del Dominó adquiere aún más relevancia artística e histórica.

Tumba del Dominó: Cuartel N.O. Cuadro 8. Esquina Calles G y 6 (05-11-2016)
Así que la próxima vez que vaya al Mercado de Carlos III, recuerde que en la acera de enfrente, en Carlos III #754 entre Castillejo y Hospital, hay un pedazo de historia habanera, esperando a ser descubierta…o a resurgir, como el ave que le da nombre.

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