24 de mayo de 2018

Lonja del Comercio de La Habana

Letrero en la entrada principal del edificio (23-04-2016)

El tema de hoy, como bien lo muestra la imagen inicial, nos lleva a uno de los lugares más conocidos y  visitados de la capital de Cuba, y en espacial a uno de esos edificios que, si no existieran, La Habana sería un lugar totalmente diferente. Acerquémonos entonces a la quizás muy conocida historia de la Lonja del Comercio de La Habana, pero desde una perspectiva diferente.

Si nos situamos frente al imponente edificio es probable que veamos los numerosos detalles que conviven en su fachada. Incluso allí se puede leer su nombre en lo alto del cuerpo de entrada, que acoge un amplio portal soportado por arcos y columnas. Pero para observar lo que hace que la Lonja del Comercio tenga un espacio en este blog, usted tendrá que subir los pocos peldaños de acceso a su recibidor, y allí se encontrará el letrero que desde hace más de un siglo fue colocado con el nombre que identifica al inmueble.

Las letras están realizadas con teselas cuadradas de color rojo con un fondo blanco, aunque en algunos casos se combinan ambos colores en el mismo trozo, para lograr los ángulos. Los cuadrados, de más o menos 4 centímetros de lado, se han colocado de modo que las letras resalten, quedando enmarcadas por otras decoraciones que ocupan buena parte de los pisos de la planta baja del edificio. Estos decorados de influencia morisca, se encuentran alrededor de un patio central que sirve como eje; pero el nombre de la entidad solo aparece dando la bienvenida en la puerta central de acceso.

Detalle de las decoraciones del piaso (23-04-2016)
Y si seguimos mirando podemos apreciar que el trabajo realizado es exquisito por donde quiera que se le observe. Los creadores de tal belleza, no contentos con haber realizado los amplios lienzos de color blanco, añadieron marcos, ribetes, y decoraciones, legando un piso artístico a las generaciones que vinieran después, y demostrando un alto nivel de compromiso con el trabajo que realizaban. Tengamos en cuenta que, en el momento en que se acometió esta ‘obra de arte’, cada pieza debía ser colocada individualmente en el lugar donde se estuviera trabajando. Esta labor nos hace recordar los trabajos realizados en la técnica de trencadís por el catalán Antonio Gaudí, y que después fueran optados por el italiano Luis Mion para muchas de sus creaciones en pisos de Cuba.

Algo que llama la atención es el uso de los colores para la demarcación de los espacios. En la imagen se puede ver como los tramos entre las columnas también están trabajados con esta técnica de teselado regular —que usa figuras geométricas idénticas (en este caso cuadrados) cubriendo superficies planas—, utilizando los colores rojo y carmelita. No obstante estos marcos no dejan de tener un diseño artístico en su interior, igualmente sobre un fondo blanco. Todo este piso tal parece que intenta imitar una alfombra tejida en sus bordes, y a su vez delimitando los soportes internos de la edificación.

Detalle que muestra la diferenciación de espacios (23-04-2016)
E incluso, extrapolando ese trabajo a la época actual, hasta podríamos decir que previó de alguna forma algo que se ha vuelto parte de la cotidianidad moderna. ¿O acaso alguien me va a negar que esto pisos no semejan estar realizados píxel a píxel en la pantalla de un ordenador? Estoy seguro que si alguno de los que lee estos escritos trabaja con imágenes, sabe de lo que estoy hablando.

Quizás el hecho de que el presidente de la Lonja del Comercio en la etapa de su construcción fuera de origen catalán, haya jugado un papel primordial en el diseño de los pisos de su planta principal. El edificio que ha llegado hasta nuestros días fue el sucesor de la Lonja de Víveres de La Habana, institución fundada en 1878 cerca de la Aduana, y ocupa los terrenos donde antes estuvieron las casas de la familia Arostegui y Armona. El sitio era lugar habitual de reunión de comerciantes y propietarios donde se examinaban productos y acordaban precios de venta.

Vista de la Plaza de San Francisco y la Lonja de Víveres (año 1900)
El imponente edificio de estilo ecléctico renacentista, fue proyectado por el arquitecto Tomás Mur, natural de Zaragoza, España, ganador del concurso convocado con este fin en 1903. En su ejecución también contó con la colaboración decisiva del cubano José Toraya Sicre. Las labores comenzaron en 1907 bajo el auspicio de la compañía norteamericana Purdy & Henderson, que anteriormente había presentado sus credenciales como contratistas en la capital cubana, con la construcción del edificio de la Bolsa de La Habana (1903-1904). Los trabajos se extendieron durante todo el año 1908, siendo inaugurado el 28 de marzo de 1909 en presencia del entonces Presidente de Cuba, José Miguel Gómez, y siendo el presidente de la entidad el emigrante de Lloret de Mar, Narcís (Narciso) Macià y Domenech, quien presidió la Sociedad Catalana de Beneficencia, además de dirigir empresas y bancos.

El edificio originalmente tenía 5 pisos: la planta baja estaba destinada a almacenes y bolsa, el segundo piso a oficinas, el tercero a operaciones de la Lonja, y los pisos cuatro y cinco fueron alquilados para agentes de aduana y casas importadoras. Durante largo tiempo fungió como bolsa y sede de todo tipo de empresas y negocios, muy acorde con el entorno donde se eleva, y con el tiempo se amplió y fue objeto de diversas transformaciones que sin embargo no alteraron sus características fundamentales, como ocurrió en el año 1939 cuando se le añade un sexto nivel, manteniendo los atributos esenciales de su fachada y respetando el reloj en su frente.
 
El edificio original en el año de su inauguración (Fotógrafos: Hermanos Camino, Febrero de 1909)
El inmueble está coronado con una cúpula donde se colocó una escultura de Mercurio, el dios del comercio. Ésta es una copia del original que se atesora en el Museo del Louvre, realizado en el siglo XVI por el escultor Juan de Bolonia, una prominente figura del renacimiento italiano y amigo de Miguel Ángel Bonaeroti. La imagen tiene 4 metros de alto y por muchos años estuvo desafiando las inclemencias del tiempo, hasta que fuera abatida por la fuerza de los vientos el huracán Irene el 14 de Octubre de 1999, quebrándose en varios pedazos. Al restaurarlo fue colocado en un mecanismo giratorio que lo hace oscilar por lo que ofrece menos resistencia a los vientos.

La función de Lonja del Comercio cesó después de 1959. El edificio fue nacionalizado y se destinó posteriormente para diferentes usos. ¿Quién no recuerda las escenas del “peloteo” de la película ‘La Muerte de un Burócrata’ dentro de las oficinas instaladas en la Lonja, y aquellos documentos que viajaban enganchados a una especia de cohete por el edificio? Recuerdo que siendo niño me llamó mucho la atención ese detalle pues el artefacto se parecía a los ‘cohetes postales’ que salían en algunas emisiones filatélicas conmemorando la fecha de inicio del servicios de correos en Cuba.

El edificio de la Lonja del Comercio de La Habana en el Siglo XXI (16-12-2017)
Ya en la década de 1990, cuando se comenzó la recuperación de la zona más antigua de la capital, la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC) tomó la sabia decisión de recuperar el edificio y convertirlo en un novedoso complejo de oficinas e inmobiliaria. Para ello la OHC se asoció con la Corporación Bancaria Española Argentaria creando la empresa mixta cubano-española Áurea S.A. Los proyectos arquitectónicos y de ingeniería fueron realizados por las firmas españolas Eduardo de Villegas, Javier González de Adalid y SERELAND, y como director facultativo ejerció el arquitecto cubano Orestes del Castillo.

Los trabajos se iniciaron en marzo de 1995 y  culminaron en Julio de 1996. Mucho de lo original se conservó, aunque algunos cambios se tuvieron que introducir para actualizar tecnológicamente la edificación, convirtiéndola en el primer ‘edificio inteligente’ de Cuba debido a la colocación de sistemas de control por computadora, que regulan el aire acondicionado, la iluminación de las áreas comunes, la detección y extinción de incendios, así como la presencia de intrusos. Además se le añadió un ático sobre la sexta planta, retirado de la fachada y con paredes de doble encristalamiento, donde tiene su sede desde entonces la emisora Habana Radio de la OHC.

A esta restauración se debe también la concepción de un logotipo para el inmueble, donde se entrelazan las letras L de Lonja y C de Comercio, y que se puede observar en algunas de las alfombras que se encuentran distribuidas por sus niveles, así como en alguna que otra puerta de cristal.

Nuevo logotipo de la Lonja en una de sus alfombras (23-04-2016)
Entonces le invito a que la próxima vez que visite la Plaza de San Francisco de Asís, que hoy en día mal llaman “de las palomas”, se acerquen a esta monumental construcción catalogada como uno de los proyectos más sobresalientes de los primeros años del siglo XX en Cuba, y se asome a su puerta principal. Allí encontrará el nombre que desde hace más de un siglo indica que usted ha llegado a la Lonja del Comercio de La Habana.

Si quiere conocer un poco más de los orígenes de La Lonja del Comercio le recomiendo que lea los artículos que al respecto tienen publicados los sitios Segunda Zafra, Cuba Museo y Opus Habana.

1 comentario:

  1. Excelente trabajo el de tu blog.
    Una pregunta ¿sabes el nombre de la escultura que está en el interior?

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