Letrero en la entrada principal del edificio (23-04-2016) |
El tema de hoy, como bien lo
muestra la imagen inicial, nos lleva a uno de los lugares más conocidos y visitados de la capital de Cuba, y en
espacial a uno de esos edificios que, si no existieran, La Habana sería un lugar
totalmente diferente. Acerquémonos entonces a la quizás muy conocida historia
de la Lonja del
Comercio de La Habana,
pero desde una perspectiva diferente.
Si nos situamos frente al
imponente edificio es probable que veamos los numerosos detalles que conviven
en su fachada. Incluso allí se puede leer su nombre en lo alto del cuerpo de
entrada, que acoge un amplio portal soportado por arcos y columnas. Pero para
observar lo que hace que la
Lonja del Comercio tenga un espacio en este blog, usted
tendrá que subir los pocos peldaños de acceso a su recibidor, y allí se
encontrará el letrero que desde hace más de un siglo fue colocado con el nombre
que identifica al inmueble.
Las letras están realizadas con teselas
cuadradas de color rojo con un fondo blanco, aunque en algunos casos se
combinan ambos colores en el mismo trozo, para lograr los ángulos. Los
cuadrados, de más o menos 4
centímetros de lado, se han colocado de modo que las
letras resalten, quedando enmarcadas por otras decoraciones que ocupan buena
parte de los pisos de la planta baja del edificio. Estos decorados de
influencia morisca, se encuentran alrededor de un patio central que sirve como
eje; pero el nombre de la entidad solo aparece dando la bienvenida en la puerta
central de acceso.
Detalle de las decoraciones del piaso (23-04-2016) |
Y si seguimos mirando podemos
apreciar que el trabajo realizado es exquisito por donde quiera que se le
observe. Los creadores de tal belleza, no contentos con haber realizado los
amplios lienzos de color blanco, añadieron marcos, ribetes, y decoraciones,
legando un piso artístico a las generaciones que vinieran después, y
demostrando un alto nivel de compromiso con el trabajo que realizaban. Tengamos
en cuenta que, en el momento en que se acometió esta ‘obra de arte’, cada pieza
debía ser colocada individualmente en el lugar donde se estuviera trabajando.
Esta labor nos hace recordar los trabajos realizados en la técnica de trencadís por el catalán Antonio Gaudí, y que después fueran
optados por el italiano Luis Mion
para muchas de sus creaciones en pisos de Cuba.
Algo que llama la atención es el
uso de los colores para la demarcación de los espacios. En la imagen se puede
ver como los tramos entre las columnas también están trabajados con esta
técnica de teselado regular —que usa figuras geométricas idénticas (en este
caso cuadrados) cubriendo superficies planas—, utilizando los colores rojo y
carmelita. No obstante estos marcos no dejan de tener un diseño artístico en su
interior, igualmente sobre un fondo blanco. Todo este piso tal parece que
intenta imitar una alfombra tejida en sus bordes, y a su vez delimitando los
soportes internos de la edificación.
Detalle que muestra la diferenciación de espacios (23-04-2016) |
E incluso, extrapolando ese
trabajo a la época actual, hasta podríamos decir que previó de alguna forma
algo que se ha vuelto parte de la cotidianidad moderna. ¿O acaso alguien me va
a negar que esto pisos no semejan estar realizados píxel a píxel en la pantalla
de un ordenador? Estoy seguro que si alguno de los que lee estos escritos
trabaja con imágenes, sabe de lo que estoy hablando.
Quizás el hecho de que el
presidente de la Lonja del Comercio en la etapa de su
construcción fuera de origen catalán, haya jugado un papel primordial en el
diseño de los pisos de su planta principal. El edificio que ha llegado hasta
nuestros días fue el sucesor de la
Lonja de Víveres de La Habana, institución
fundada en 1878 cerca de la Aduana, y ocupa los
terrenos donde antes estuvieron las casas de la familia Arostegui y Armona. El
sitio era lugar habitual de reunión de comerciantes y propietarios donde se
examinaban productos y acordaban precios de venta.
Vista de la Plaza de San Francisco y la Lonja de Víveres (año 1900) |
El imponente edificio de estilo ecléctico
renacentista, fue proyectado por el arquitecto Tomás Mur, natural de Zaragoza, España, ganador del concurso convocado con este fin en 1903. En su
ejecución también contó con la colaboración decisiva del cubano José Toraya Sicre. Las labores
comenzaron en 1907 bajo el auspicio de la compañía norteamericana Purdy & Henderson, que
anteriormente había presentado sus credenciales como contratistas en la capital
cubana, con la construcción del edificio de la Bolsa de La Habana (1903-1904). Los trabajos se
extendieron durante todo el año 1908, siendo inaugurado el 28 de marzo de 1909
en presencia del entonces Presidente de Cuba, José Miguel Gómez, y siendo el presidente de la entidad el
emigrante de Lloret de Mar, Narcís (Narciso) Macià y Domenech,
quien presidió la Sociedad Catalana de Beneficencia, además de dirigir
empresas y bancos.
El edificio originalmente tenía 5
pisos: la planta baja estaba destinada a almacenes y bolsa, el segundo piso a
oficinas, el tercero a operaciones de la Lonja, y los pisos cuatro y cinco fueron
alquilados para agentes de aduana y casas importadoras. Durante largo tiempo fungió
como bolsa y sede de todo tipo de empresas y negocios, muy acorde con el
entorno donde se eleva, y con el tiempo se amplió y fue objeto de diversas
transformaciones que sin embargo no alteraron sus características
fundamentales, como ocurrió en el año 1939 cuando se le añade un sexto nivel,
manteniendo los atributos esenciales de su fachada y respetando el reloj en su
frente.
El inmueble está coronado con una
cúpula donde se colocó una escultura de Mercurio,
el dios del comercio. Ésta es una copia del original que se atesora en el Museo del Louvre, realizado en el siglo
XVI por el escultor Juan de Bolonia,
una prominente figura del renacimiento italiano y amigo de Miguel Ángel Bonaeroti. La imagen tiene 4 metros de alto y por
muchos años estuvo desafiando las inclemencias del tiempo, hasta que fuera
abatida por la fuerza de los vientos el huracán Irene el 14 de Octubre de 1999, quebrándose en varios pedazos. Al
restaurarlo fue colocado en un mecanismo giratorio que lo hace oscilar por lo
que ofrece menos resistencia a los vientos.
La función de Lonja del Comercio
cesó después de 1959. El edificio fue nacionalizado y se destinó posteriormente
para diferentes usos. ¿Quién no recuerda las escenas del “peloteo” de la película
‘La Muerte de un Burócrata’ dentro
de las oficinas instaladas en la
Lonja, y aquellos documentos que viajaban enganchados a una
especia de cohete por el edificio? Recuerdo que siendo niño me llamó mucho la
atención ese detalle pues el artefacto se parecía a los ‘cohetes postales’ que salían en algunas emisiones filatélicas conmemorando
la fecha de inicio del servicios de correos en Cuba.
El edificio de la Lonja del Comercio de La Habana en el Siglo XXI (16-12-2017) |
Ya en la década de 1990, cuando
se comenzó la recuperación de la zona más antigua de la capital, la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC) tomó la sabia decisión de
recuperar el edificio y convertirlo en un novedoso complejo de oficinas e
inmobiliaria. Para ello la OHC
se asoció con la Corporación Bancaria Española Argentaria creando la empresa
mixta cubano-española Áurea S.A. Los
proyectos arquitectónicos y de ingeniería fueron realizados por las firmas
españolas Eduardo de Villegas, Javier González de Adalid y SERELAND, y como director facultativo
ejerció el arquitecto cubano Orestes del
Castillo.
Los trabajos se iniciaron en marzo
de 1995 y culminaron en Julio de 1996.
Mucho de lo original se conservó, aunque algunos cambios se tuvieron que
introducir para actualizar tecnológicamente la edificación, convirtiéndola en
el primer ‘edificio inteligente’ de
Cuba debido a la colocación de sistemas de control por computadora, que regulan
el aire acondicionado, la iluminación de las áreas comunes, la detección y
extinción de incendios, así como la presencia de intrusos. Además se le añadió
un ático sobre la sexta planta, retirado de la fachada y con paredes de doble
encristalamiento, donde tiene su sede desde entonces la emisora Habana Radio de la OHC.
A esta restauración se debe también
la concepción de un logotipo para el inmueble, donde se entrelazan las letras L
de Lonja y C de Comercio, y que se puede observar en algunas de las alfombras
que se encuentran distribuidas por sus niveles, así como en alguna que otra
puerta de cristal.
Nuevo logotipo de la Lonja en una de sus alfombras (23-04-2016) |
Entonces le invito a que la próxima
vez que visite la Plaza de San Francisco
de Asís, que hoy en día mal llaman “de
las palomas”, se acerquen a esta monumental construcción catalogada como
uno de los proyectos más sobresalientes de los primeros años del siglo XX en Cuba,
y se asome a su puerta principal. Allí encontrará el nombre que desde hace más
de un siglo indica que usted ha llegado a la Lonja del Comercio de La
Habana.
Excelente trabajo el de tu blog.
ResponderEliminarUna pregunta ¿sabes el nombre de la escultura que está en el interior?