1 de julio de 2022

La Fortuna


Foto:
Parte del letrero en el antiguo portal (10-10-2011)
Estimado lector, ¿ha escuchado usted mencionar el “oro dental”? Pues déjeme decirle que, si está pensando es esos destellos dorados que se pueden ver en algunas sonrisas —a veces incluso como señal del status económico de quien sonríe—, no anda muy lejos de lo que tengo para contarle. Resulta que, en el lugar donde hoy sólo queda una parte de un letrero y un número en el piso, estuvo desde principios del siglo XX, una pequeña empresa que entre otras producciones, se dedicó al giro del oro dental. Les invito a conocer un poco sobre la historia de La Fortuna.

Comencemos, como ya es costumbre, analizando el logo que aún existe en el lugar. Como se puede ver en la imagen, aunque el letrero ha sido dañado, todavía podemos descifrar que en este portal de la calle Águila, existió algo cuyo nombre era “La Fortuna”. Las teselas negras que forman las letras resaltan en medio del piso de terrazo de color claro del lugar donde fueron insertadas hace más de un siglo atrás. Si no fuera por la ausencia de las dos letras, se podría decir que el logotipo se conserva en casi óptimas condiciones.

Es interesante también la presencia del número 126 que nos provee el dato de la numeración original que tuvo el establecimiento que allí se asentó. Ese detalle no es exclusivo de este logo; también lo podemos encontrar en otros sitios como parte de la historia de las calles de nuestra ciudad que, según fue creciendo, fue adoptando nuevas reglas de urbanismo en la notación de sus inmuebles, aunque ya vemos que los dígitos antiguos, en no pocos casos, se resisten a desaparecer.

Foto:
Foto publicada en la Guía de La Habana (1944)

Los inicios de La Fortuna se remontan al año 1906 cuando el señor César González la inaugura como Joyería bajo la razón social César González y Cía. S. en C., manteniéndose por dos décadas en el giro de las joyas, la platería, la relojería y los efectos dentales, aunque sin llegar a convertirse en una de las renombradas joyerías que tuvo nuestra capital. Su gran despegue ocurrió en 1927 cuando, aprovechando la práctica adquirida en la manipulación de los metales preciosos, la empresa se planteó fabricar en Cuba oros dentales. De esa manera la compañía se convirtió en la precursora de la industrialización de los oros dentales en el país, comenzando su ascenso en una rama que no era muy conocida, pues los artículos solo se vendían a los dentistas. El apoyo —para nada desinteresado— de estos últimos resultó decisivo en el éxito de la compañía. Los odontólogos cubanos veían con muy buenos ojos la existencia de un proveedor local, serio, cumplidor y especialmente poseedor de un producto de alta calidad, que no dudaban en recomendar…a quien pudiera costearlo.

Según cuenta la Guía Provincial de La Habana (1944), tras la primera incursión en la fabricación de oro dental, La Fortuna consiguió ampliar su mercado y convertirse en el más grande y completo suministrador del giro en Cuba, llegando a rivalizar con los mejores productos de procedencia extranjera. Esta industria, netamente cubana, llegó a tener talleres y laboratorios propios donde se fabricaban las diversas variedades de oros dentales bajo su propia marca registrada: FORTUNA. Además de producir oro dental y para joyería, también se dedicaron a la importación de aparatos de Rayos X, equipos para dentistas y laboratorios dentales, dientes artificiales, herramientas para plateros, etc. La compañía, además, representaba y comercializaba productos de algunas importantes firmas extranjeras como Universal Dental Co., The L. D. Caulk Co. y The S.S. White Dental Manufacturing Co.; esta última fundada en 1844 por Samuel Stockton White (1822-1879) confeccionando dientes de porcelana en Filadelfia, que aún en la actualidad se mantiene operando como negocio familiar.
 
Foto:
1949        Anuncios en Guía Telefónica y Guía Comercial       1958-59
Para la década de 1950 La Fortuna había cambiado de propietario, aunque se mantenía en el mismo giro comercial, pero operando ahora bajo la razón social Félix Frade y Compañía S. en C., quienes según el Directorio Comercial e Industrial Cubano (1958), eran sucesores de César González y Cía. En 1954 se renuevan las patentes de la marca Fortuna, amparando productos de joyería, de estomatología y oros dentales entre otros. Para finales de esa década ya tenían sucursales en Pinar del Río, Matanzas, Santa Clara, Camagüey, Holguín, y Santiago de Cuba. Aquí en la capital también tuvieron un segundo local en Neptuno #608, bajo el nombre de Rosati Dental Supply, donde igualmente se podían adquirir productos de la reconocida marca registrada.

Después de 1959 el establecimiento se mantuvo funcionando, hasta que este tipo de negocios pasaron a ser administrados por el Estado. En el caso de La Fortuna, de acuerdo con la Resolución N°13 del 8 de Mayo de 1963 publicada en la Gaceta Oficial, todos sus activos, pasivos y personal, fueron cedidos y pasaron a formar parte de la Empresa de Suministros Médicos bajo el nada llamativo nombre de Unidad de Distribución Nacional N°4, siendo fusionada con otros dos famosos comercios del giro estomatológico: Compañía Dental Nacional en San Rafael #581 (lugar que aún hoy funciona como clínica dental) y Almacenes de Efectos Dentales S.A. en Neptuno #564; ambos, casualmente, habían sido agentes también de la S.S. White Dental. Al frente de la nueva Unidad quedaron Alberto Prieto Cruz-Álvarez como administrador y Alejandro Pantín Caruncho como contable. Años después la Unidad N°4 fue trasladada hacia Ermita y Ayestarán y más tarde a Marques González y Oquendo.

Foto:
Foto actual del sitio de La Fortuna (20-03-2021)

El local donde se ubicó La Fortuna tuvo el nada afortunado destino de no llegar al siglo XXI. Desde hace mucho tiempo el edificio dejó de existir, presumiblemente por un derrumbe. En el lugar hoy habitan algunas personas que ocupan lo que fuera la parte trasera del establecimiento, mientras en el frente está emplazado hace años, uno de los transformadores del sistema eléctrico soterrado. Lo único que permanece como recuerdo de La Fortuna es su nombre en el antiguo portal de Águila #704 entre Estrella (o Enrique Barnet, como usted prefiera) y Maloja, que poco a poco también va desapareciendo. Ya cuando lo fotografié en 2011 faltaban partes de sus letras, pero en una reciente intervención urbanística en el lugar, el letrero ha perdido un poco más. No obstante, ahí se encuentra todavía para el transeúnte curioso, el vestigio de ese nombre, que quizás aún despierte la curiosidad de unos cuantos y motive a otros a revisar si su diente de oro es “de marca”. 

Agradezco en la investigación de la historia de este sitio, al amigo Ruslán Olivares y su web colaborativa Fotos de La Habana, quien fue el primero que desenterró la casi olvidada historia de La Fortuna y a quien también le debo el poder tener acceso, a la copia digital de la Guía Provincial de La Habana de 1944 y su caudal de información. Igual debo agradecer a Gladys Bermúdez Prieto, nieta de Alberto Prieto, por su valiosa colaboración con los datos referentes a la Unidad N°4.

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