24 de abril de 2023

DESAPARECIDO - Hotel Surf

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Imagen retocada del letrero que existía en la entrada (18-07-2020)

En La Habana existen muchas construcciones interesantes y hasta peculiares. Hoy nos acercaremos a una de ellas, que en su momento fue muy criticada pero que, con el decursar del tiempo, se ha convertido en algo singular en el panorama de nuestro malecón habanero, aunque ahora esté a punto de desaparecer. Si sumamos a eso que hasta el año 2020, su nombre aún se podía distinguir en una parte del portal, creo que hay razones suficientes para que tenga un espacio en este blog. Veamos la curiosa historia del antiguo Hotel Surf.

Comencemos por donde siempre: el letrero. Como se puede ver en la imagen inicial, retocada para que se distinga mejor, el nombre del hotel estaba escrito con teselas negras en la entrada del edificio. El color utilizado en las pequeñas piezas de losa, contrastaba con las otras teselas a su alrededor, permitiendo leer bastante bien el apelativo que se le decidió dar a esta edificación. Las demás variaban de tonalidad predominando las blancas y azules, aunque también se podían distinguir algunas verdes y de un color que se me antoja arenoso. Quizás fue ésta una manera de hacer un guiño a la cercanía del mar, la espuma de las olas y la arena del malecón.

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Detalles del piso y la entrada (18-07-2020) Anuncio en Guía Telefónica (1959)

En realidad todo el piso del portal de este edificio se trabajó con teselas, incluyendo los escalones de entrada, desde el portal al interior del antiguo recibidor, y un ribete a modo de marco que encuadraba parte de la galería exterior. Hasta el número 31 que lo identificaba estaba hecho con piezas de losa. Solo puedo imaginar el trabajo que deben haber pasado los albañiles que hicieron esta labor, pues no debe haber sido fácil la tarea de colocar cada uno de estos fragmentos, siguiendo el diseño dibujado por el arquitecto o decorador al frente de la construcción. Quizás por eso la zona central de transito por el portal, así como la que daba a la calle entre las columnas, fue dejada “al azar” en su colocación y por ello aparecen sin orden los colores antes mencionados. Y si alguien piensa que esto podía haber sido algún tipo de material prefabricado, puede estar seguro que tuve la oportunidad de comprobar que eran piezas individuales.

El Hotel Surf destaca en la zona de inicio del malecón tradicional por estar completamente cubierto de azulejos. Esta característica, que en su momento fue considerada como una aberración arquitectónica, puede que no lo haya sido tanto. Se sabe que este tipo de recubrimiento cerámico se utiliza para impedir en gran medida que la humedad penetre en las paredes. No en balde los podemos encontrar cubriendo la superficie de muros, mesetas y pisos de baños, cocinas y no pocos patios, donde se requiere el escurrimiento de agua y otras sustancias líquidas. Si ese fuera el caso, entonces el uso de azulejos en toda la fachada del edificio estuvo más que justificada, puesto que el malecón siempre ha sido y será fuente de humedad.

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Postal del Hotel (1950) y detalle de sus azulejos (14-03-2022)

El uso de recubrimientos cerámicos es algo que, aunque no es usual, no es una idea descabellada. En Europa, especialmente en Portugal, hay varios edificios cubiertos de azulejos tradicionales, como las iglesias de San Antonio de los Congregados y la de San Ildefonso en Oporto, o La Casa Verde en Lagos. También en Ciudad de México existe la Casa de los Azulejos, que se considera un monumento local. Por nuestra parte, antes de la construcción de este hotel, ya se había incursionado en fachadas azulejadas en dos edificios de la calle Galiano: la antigua Joyería Le Trianón y el muy llamativo inmueble de Galiano #210, con sus fachadas y portales completamente cubiertos por cerámicas. También el Edificio Álvarez Rius en Infanta, posee una buena cantidad de azulejos.

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Fachada del Hotel Surf por Malecón (11-05-2021)

No obstante desde su proyecto inicial, el uso de los azulejos en el Hotel Surf, inaugurado en 1948, fue controversial y tuvo grandes detractores. El edificio fue obra del arquitecto Raúl Rodríguez Sorá, quien pretendió innovar enchapando todas sus fachadas con piezas de cerámica. Aquello no le cayó muy bien al Ayuntamiento de La Habana ni al Colegio de Arquitectos, quienes consideraron la idea como una infracción y un atentado al ornato público. A pesar de esto Rodríguez Sorá se salió con la suya, argumentando que los llamados “azulejos de baño y cocina” de forma despectiva, eran en realidad una loza especial fabricada por la compañía norteamericana Glint para su uso en fachadas.

Este ardid permitió que la obra continuara como había sido concebida inicialmente: un hotel pequeño, de 16 habitaciones distribuidas en dos de sus tres niveles, con comodidades, incluyendo baño propio, y una terraza con vista al malecón donde presumiblemente existió un restaurante. Todo fue cubierto con los polémicos azulejos. Más tarde el inmueble se modificó y esa terraza se cerró para incluir más habitaciones, incorporándose además un edificio ecléctico, medianero por Malecón, del que se utilizó su extensión hacia la calle San Lázaro, aprovechando al máximo la parcela. 

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Así lucían el banco y el mural cerámico (18-07-2020)

Estas intervenciones recibieron el mismo recubrimiento de fachada que el resto del inmueble. De esta época es que debe ser el letrero, que se inscribió a la entrada de Malecón #31 para distinguir el hotel, y la incorporación de un enorme banco de concreto, en el pasillo que permitía transitar atravesando el edificio, desde San Lázaro a Malecón…o viceversa. Dicho banco también fue cubierto por completo con azulejos, que coincidieron en color y diseño con la fachada de San Lázaro #28. Como detalle artístico, encima del espacio central del asiento, se colocó un mural de azulejos con la imagen de unos flamencos en un lago.

Así el Hotel Surf, a pesar de ser uno de los más baratos de la ciudad, fue marcando la vida de esa equina de Malecón y Carcel —o Capdevila, como usted prefiera—, durante poco más de una década. Su pasillo interior, su vista al mar y sobre todo sus azulejos, siguieron atrayendo las miradas de locales y foráneos, incluso cuando el edificio dejó de ser hotel para transformarse en viviendas, y la falta de mantenimiento, las modificaciones internas, y la omnipresente erosión del salitre, lo fueron deteriorando. El edificio, según se dice, no tiene ningún valor patrimonial y está propuesto para demolición, por lo que en un futuro no muy lejano, las fotos que acompañan este escrito, formarán parte de la historia urbana de nuestra capital. De hecho, ya el banco y el mural cerámico dejaron de existir, víctimas de la depredación a que se ha visto sometido el inmueble, después que las personas que allí vivían fueran trasladadas. 

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Fachada del edificio por San Lázaro (13-11-2021)

El nombre en el portal también ha sucumbido al peso de los escombros y los depredadores. Es por eso que, a pesar de que el edificio aún está ahí, se puede considerar como DESAPARECIDO el letrero. No obstante mientras se mantenga en pie en esa parte del malecón tradicional, seguiremos admirando esta inusual muestra de azulejos, que dio bastante de qué hablar en la arquitectura habanera, aún cuando nunca albergó huéspedes famosos o protagonizó historias trascendentales. 

2 comentarios:

  1. Muy buen reportaje y recorrido por una construcción que sí bien podía sentar algún criterio divergente, nunca dejaba a nadie indiferente. Yo mismo siempre pasé de largo y nunca ví el hermoso blanco con ése mosaico de flamencos, que bien el Museo de cerámica o el de pintura mural debían haber rescatado. Gracias Gonzalo por ser el Historiador de los rótulos de nuestra ciudad.

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  2. Gonzalo gracias por compartir historias de nuestra Habana. La verdad que ese edificio no llamaba mi atención pero indiscutiblemente su historia vale la pena conocerla. Saludos Sandra Blain

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