Letrero que identifica al local comercial y al edificio (17-11-2021) |
La Habana fue declarada como “Ciudad Maravilla” en el año 2014, y aunque algunos se cuestionen ese título ofrecido por un concurso internacional, lo cierto es que nuestra capital tiene un gran potencial para sorprender. Pero no es de ese tipo de maravillas que les vengo a contar, sino de un lugar que por muchos años fue algo así como la antítesis de su nombre, pero que ha tenido el buen destino de renacer en todo su esplendor. He aquí parte de la historia del conocido edificio La Maravilla, en la Plaza del Cristo de nuestra Habana Vieja.
Comencemos diciendo que el letrero es un trabajo en terrazo, muy bien realizado, que destaca el trazo de las letras, de color negro sobre el pavimento del portal que combina tonalidades claras con partículas rojizas. Este cartel posee la peculiaridad que está entre comillas, algo que no es único de este lugar, pero denota el carácter de nombre comercial del establecimiento que allí se asentó. Al estar en medio del portal es imposible no verlo, más ahora que ha sido devuelto a su esplendor original.
Cuando me acerqué por primera
vez a La Maravilla, conociendo que
ese letrero estaba allí, el mismo se encontraba bastante deslucido, por el
estado de conservación que exhibía el propio edificio. No obstante, aún en esas
condiciones, se podía leer muy bien e incluso se notaban las comillas. Esto da
una idea de que los materiales que se utilizaron para fundir este piso, fueron
de excelente calidad; tanto así que a pesar del tiempo en que el edificio
estuvo en estado calamitoso, y después el trasiego de materiales y demás que
hubo de ocurrir durante la restauración en el lugar, solo hizo falta un buen
pulido para traer de vuelta el cartel, que ya se ha convertido en el sello de
identidad de la edificación. Primera foto realizada al letrero (15-11-2011)
El edificio de La Maravilla fue uno de los más fotografiados durante muchos años, precisamente por el estado deplorable en que se llegó a encontrar. No faltó quien dijo que era un muy buen candidato a demolición, mientras otros malintencionados usaban su imagen como muestra de “decadencia” de nuestro país, contrastando su estampa con la del nombre que exhibía en su portal y en su fachada. Sí, porque en el frente de la edificación, justo debajo de los balcones del primer nivel, existió un cartel lumínico con el nombre e incluso la misma tipografía del que aparece en el portal. Desgraciadamente dicho cartel se ha perdido para siempre, aunque queda la posibilidad de volver a reproducirlo, lo que le daría un toque de elegancia histórica al rescate del inmueble.
Estado en que se encontraba en edificio en 2013 (Foto de Internet) |
La historia de La Maravilla, según los datos recopilados para su intervención y recuperación, se remonta a la segunda mitad del siglo XIX, cuando se describe un edificio de tres pisos, en Villegas #87 (actual #351) esquina Amargura. Entre los años 1876 y 1886 la vivienda se reconstruyó teniendo en cuenta el carácter urbano del lugar, adquiriendo así la apariencia con que llega a la actualidad. Entre sus antiguos propietarios figuraron: Doña Bárbara María Álvarez de Toledo, Don José María de Larrasabal (1873) y Don José Cano y Valdés (1876). Se dice que en esa época fueron construidos los portales con frente a la iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje. Más tarde la viuda del señor Cano —Doña Concepción Lazo y Valdés Herrera— heredó la propiedad en 1886 en la que, según el Directorio Hispano Americano de 1880, ya estaba la “Fonda del Cristo” de Diego Fernández.
Entrado el siglo XX, el local de la planta baja y los portales, son arrendados al comerciante español Pedro Quintana y Fontás, que desde 1904 comienza a explotar el espacio como Fonda, Restaurante o Café-Cantina. En 1921 el señor Quintana junto a Juan Nogueras y Abelardo Piñeiro y Vizoso, constituyen en el mismo sitio una Sociedad Mercantil, Regular y Colectiva nombrada “Quintana y Cía.”, dedicándose al giro de fonda hasta mediados de la centuria. Puede que en esta fecha se diera a conocer con el nombre de “La Maravilla”, que según los testimonios llegó a tener los mejores bistecs de La Habana.
Imágenes de la restauración (2013-2020 cortesía Lisandra González)
En la década de 1940, el edificio aún pertenecía a la sucesión o herederos de la familia Cano, hasta que decidieron venderlo a los hermanos Julio y Adolfo García y Menéndez que, según el Boletín de la Propiedad Industrial, desde 1938 habían inscrito la fonda bajo su propiedad. El arrendamiento a favor de “Quintana y Cía.” terminó en 1953 pero, los nuevos propietarios continuaron arrendando el mismo espacio que ya en 1955 aparece en el citado Boletín de ese año como restaurante, inscrito a nombre de Manuel Fins y Hermano.
Como ya dije La Maravilla fue famoso por el bistec con papas fritas y mojo crudo, acompañado de ensalada, postre y café que allí se podía consumir…por solo 60 centavos de aquella época. Se dice que algunos líderes del Partido Auténtico almorzaban con regularidad en el establecimiento, entre ellos Manuel Fernández Supervielles y Eduardo Chibás quien, contrario a su costumbre de no dejar propinas, dejaba 40 centavos en el restaurante después de degustar el afamado bistec. El edificio siempre cumplió con la doble función habitacional en los altos y comercial en los bajos, vinculado a la venta y consumo de alimentos y bebidas. En los primeros años de la década de 1990 aún funcionaba el espacio destinado a café-restaurante con su nombre “La Maravilla”, que terminó legándole el apelativo al edificio en la plaza.
Etapas del pulido del portal (06-11 y 11-11-2021)
Por supuesto que el paso de los años, la falta de un mantenimiento sistemático y las transformaciones y añadidos por parte de un creciente número de ocupantes, hicieron que el edificio se deteriorara a tal punto que muchos lo consideraron insalvable. No obstante, la Oficina del Historiador de la Ciudad logró que no se perdiera y en el año 2018, después de haber sido apuntalado y vaciado su interior, comenzaron los trabajos de restauración que le han devuelto su apariencia. En su rescate estuvieron involucrados el Grupo Inversionista Plaza del Cristo como rector de los trabajos; la CNA SERCONST, encargada de la parte constructiva; DECOREST, con un magnífico trabajo de restitución de las fachadas; LISAR del grupo ATRIO, a cargo de la carpintería y decoración interior, entre otras muchas manos cubanas, que contribuyeron a que el 16 de Noviembre de 2021, el inmueble fuera reinaugurado con nuevos aires de modernidad.
El edificio de La Maravilla después de Inaugurado (10-03-2022)
La Maravilla es uno de esos casos en que se ha aplicado el “fachadismo”; una técnica que mantiene las fachadas exteriores de valor histórico, con interiores totalmente renovados. La restauración contó además con un aporte de financiamiento italiano para la compra de algunos materiales, por parte de la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo, a través de la Organización Internacional Italo-Latino Americana. Con cinco apartamentos de vivienda social y el espacio comercial en los bajos, que por estos días ya va adquiriendo la forma que tendrá el nuevo establecimiento, La Maravilla ha renacido como ave fénix, demostrado que aún se puede hacer mucho por nuestra ciudad.
Letrero en el interior del Palacio Zuazo - Plazuela de Belén (06-08-2018)
Antes de finalizar quiero compartirles algo curioso. En la propia Habana Vieja, bastante cerca del lugar que nos ha ocupado hoy, existe —si no ha desaparecido— otro letrero de La Maravilla, que pueden ver en la foto. Su ubicación nos lleva a un arco interior del edificio sito en la esquina de las calles Compostela y Luz, en la Plazuela de Belén, que se restaura como sede de la Compaña Lizt Alfonso. El por qué está ese letrero en dicho arco interior, es un enigma que hasta ahora no he podido descubrir. El inmueble, conocido como Palacio Zuazo, fue propiedad de Don Miguel Antonio de Herrera y O’Farril, Marques de Almendares, quien lo encargó al arquitecto Don Ciriaco Rodríguez a principios del siglo XIX, para su uso como vivienda. Puede que cuando el edificio dejó de pertenecer a los marqueses, pasando a otras funciones, se le haya incorporado el letrero…o puede que el excéntrico 2° Marques de Almendares lo considerara su Maravilla. Sea cual sea el origen de esta inscripción, creo que debería ser conservada en el nuevo proyecto de renovación del edificio. En definitiva el patio interior, desde donde hice la foto, también es una pequeña maravilla de nuestra añeja capital.
Agradezco a Lisandra González Arbella, inversionista del Grupo Inversionista Plaza del Cristo, por toda la información brindada sobre la edificación y algunas de las fotos de su rescate, que acompañan a este escrito.
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